martes, 10 de marzo de 2015

La aventura de la lectura; un viaje a nuestro yo



Autor: Martes de cuento
Twitter: @MartesdeCuento


Pues sí, porque aunque nos suene a típico tópico, aventurarse en el interior de un libro es el inicio de un periplo que nos conduce a explorar lugares insospechados de nuestra mente y de nuestra personalidad. Lugares que sin la lectura jamás serían descubiertos y estarían condenados a permanecer ignotos para siempre. 

Porque al leer, nuestra capacidad de pensar se pone en marcha, lo que propicia la reflexión que, a su vez, afina el espíritu crítico. Y todo ello, no es otra cosa que un viaje a nuestro interior en busca de las piezas necesarias para construir ideas propias. Tomando prestada la frase de Derrida, (http://es.wikipedia.org/wiki/Jacques_Derrida) “Cada libro es una pedagogía destinada a formar a su lector.

Gracias a los personajes y a las situaciones con las que se enfrentan, experimentamos la alteridad. Cuando nos sumergimos en las historias, asumimos vivencias ajenas, descubrimos sentimientos, situaciones extremas, se nos plantean dilemas… Y al aprobar o rechazar las decisiones de los personajes, sus actos, sus pensamientos…, nos estamos construyendo nosotros al mismo tiempo. Cimentamos una moral que va modelando nuestra forma de ser, nuestras ideas y el modo de entender la vida y de enfrentarnos al mundo. Y esto es válido para el lector de cualquier edad.

Sin embargo, hay adultos que consideran que a los niños solo se les debe procurar lectura en positivo. Es decir, mostrar el lado amable de las cosas y una realidad perfecta que, de hecho, sabemos que es útopica.
Y lo que ocurre, es que al proporcionarles solo contenidos “políticamente correctos”, se los está preparando para un mundo plano y de una sola cara. Un mundo ideal concebido por el deseo de los adultos, aun a sabiendas de que en la vida real no siempre será así.

Al edulcorar las situaciones, censurarlas o reconducirlas hacia un significado concreto, lo que se hace es privar al niño de los elementos necesarios para descubrirse y construirse. La literatura pierde uno de sus sentidos primarios cuando es tendenciosa y ofrece exclusivamente aquello que alguien considera adecuado y que habitualmente está orientado a fabricar “adultos de laboratorio ideológicamente uniformes”.

Los niños, nos guste a nosotros o no, necesitan cuentos de malos muy malos, y de buenos muy buenos. Cuentos de princesas y príncipes, de brujas y de magos. De tontos y de listos. Cuentos de madrastras malvadas y padres desaprensivos que abandonan a sus hijos. De lobos que acechan y de viles que se salen con la suya. De niños que trabajan y de niños que mueren. Cuentos románticos y cuentos de aventuras. Alegres y tristes... Porque no todos somos iguales, y no queremos ni necesitamos las mismas cosas.
La lectura ayuda a que ellos, ante los diversos modelos humanos, se posicionen, saquen sus propias conclusiones y se construyan.

En definitiva, leer debería servir para ir buscando en uno mismo las herramientas adecuadas para afrontar sabiamente las situaciones reales de la vida.

Fuente: 

7 comentarios:

  1. Gracias a las dos por este artículo

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Espero que hayas disfrutado... Un placer contar con estos pedazos colaboradores. Un abrazo.

      Eliminar
    2. :) Este espacio es fantástico. Un placer poder participar en él.

      Eliminar
  2. Muy buen artículo ;)

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Gracias María, el mérito es siempre de nuestro colaboradores. Un abrazo.

      Eliminar

¡NO OS OLVIDÉIS DE DEJAR VUESTRA HUELLA POR AQUÍ!