Autor: Martes de cuento
Twitter: @MartesdeCuento
Pues sí, porque aunque nos suene a
típico tópico, aventurarse en el interior de un libro es el inicio de un periplo
que nos conduce a explorar lugares insospechados de nuestra mente y de nuestra
personalidad. Lugares que sin la lectura jamás serían descubiertos y estarían
condenados a permanecer ignotos para siempre.
Porque al leer, nuestra capacidad de
pensar se pone en marcha, lo que propicia la reflexión que, a su vez, afina el
espíritu crítico. Y todo ello, no es otra cosa que un viaje a nuestro interior en
busca de las piezas necesarias para construir ideas propias. Tomando prestada
la frase de Derrida, (http://es.wikipedia.org/wiki/Jacques_Derrida)
“Cada libro es una pedagogía destinada a formar a su lector.”
Gracias a los personajes y a las
situaciones con las que se enfrentan, experimentamos la alteridad. Cuando nos
sumergimos en las historias, asumimos vivencias ajenas, descubrimos
sentimientos, situaciones extremas, se nos plantean dilemas… Y al aprobar o
rechazar las decisiones de los personajes, sus actos, sus pensamientos…, nos estamos
construyendo nosotros al mismo tiempo. Cimentamos una moral que va modelando nuestra
forma de ser, nuestras ideas y el modo de entender la vida y de enfrentarnos al
mundo. Y esto es válido para el lector de cualquier edad.
Sin embargo, hay adultos que consideran
que a los niños solo se les debe procurar lectura en positivo. Es decir, mostrar el lado amable de las
cosas y una realidad perfecta que, de hecho, sabemos que es útopica.
Y lo que
ocurre, es que al proporcionarles solo contenidos “políticamente correctos”, se
los está preparando para un mundo plano y de una sola cara. Un mundo ideal
concebido por el deseo de los adultos, aun a sabiendas de que en la vida real
no siempre será así.
Al edulcorar las situaciones, censurarlas
o reconducirlas hacia un significado concreto, lo que se hace es privar al niño
de los elementos necesarios para descubrirse y construirse. La literatura
pierde uno de sus sentidos primarios cuando es tendenciosa y ofrece exclusivamente
aquello que alguien considera adecuado y que habitualmente está orientado a fabricar
“adultos de laboratorio ideológicamente uniformes”.
Los niños, nos guste a nosotros o no,
necesitan cuentos de malos muy malos, y de buenos muy buenos. Cuentos de princesas
y príncipes, de brujas y de magos. De tontos y de listos. Cuentos de madrastras
malvadas y padres desaprensivos que abandonan a sus hijos. De lobos que acechan
y de viles que se salen con la suya. De niños que trabajan y de niños que
mueren. Cuentos románticos y cuentos de aventuras. Alegres y tristes... Porque
no todos somos iguales, y no queremos ni necesitamos las mismas cosas.
La lectura ayuda a que ellos, ante los
diversos modelos humanos, se posicionen, saquen sus propias conclusiones y se
construyan.
En definitiva, leer debería servir para
ir buscando en uno mismo las herramientas adecuadas para afrontar sabiamente las situaciones reales de la vida.
Fuente:
¡Gracias! :)
ResponderEliminarGracias a ti por participar. :)
ResponderEliminarGracias a las dos por este artículo
ResponderEliminarEspero que hayas disfrutado... Un placer contar con estos pedazos colaboradores. Un abrazo.
Eliminar:) Este espacio es fantástico. Un placer poder participar en él.
EliminarMuy buen artículo ;)
ResponderEliminarGracias María, el mérito es siempre de nuestro colaboradores. Un abrazo.
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