martes, 21 de abril de 2015

Casa Museo del Ratón Pérez

Autor: MadrOz

Seguro que has visitado algún museo dedicado a un escritor pero ninguno donde el protagonista sea un personaje literario de ficción. Londres, ciudad a la que hay que reconocerle cierto prestigio cultural, tiene desde 1990 en Baker Street un museo en honor a un tal Sherlock Holmes, que si no le conoces vendría a ser la versión británica del madrileño Víctor Ros. Nuestra ciudad no podía ser menos así que resolvimos brindarle uno a otro héroe literario local, el Ratón Pérez. La elección no podía ser más acertada, el relato fija su supuesta residencia en Madrid y además no exigía de mucha infraestructura al vivir en una caja de galletas, todo un chollo teniendo en cuenta a como está el metro cuadrado en la capital.


Seguro que el personaje ni su leyenda te resultan desconocidos. Apuesto a que cuando se te caía un diente de niño lo escondías antes de acostarte bajo la almohada esperando a que a la mañana siguiente se hubiera transformado en un regalo. Era del todo inútil hincharse a caramelos de café, podías mantener los ojos bien abiertos durante toda la noche que el escurridizo ratón siempre te daba el cambiazo sin que pudieras descubrirle. El Ratón Pérez es muy conocido en España pero en todo el mundo hay historias parecidas donde la pérdida de los dientes está acompañado de un premio, en forma de regalo o buenaventura, que ayuda al niño a superar esta fastidiosa y dolorosa situación.

La leyenda del Ratón Pérez como sucede con casi todos los cuentos procede de la tradición oral. La primera referencia escrita sobre este ratón se encuentra en la novela “La de Bringas”, ambientada en Madrid y publicada en 1884 por Benito Pérez Galdós, lo que nos hace pensar que el personaje era bastante popular por aquel entonces. El pequeño ratón no protagoniza un relato hasta una década después cuando el jesuita Luis Coloma recibe el encargo de escribir un cuento para el niño Alfonso XIII, al que se le había caído un diente. Publicado por primera vez en 1902 formado parte de una colección de cuentos, habría que esperar todavía hasta 1911 para que el Ratón Pérez de Luis Coloma saliera a la venta como producto individualizado.

El mérito del escritor jerezano fue recoger la tradición oral sobre el Ratón Pérez, que hasta entonces había pasado de padres a hijos, desarrollando una historia y ambientándola en el Madrid de finales del siglo XIX. Luis Coloma situó la residencia del ratón en una caja metálica de las coetáneas galletas Huntley en los sótanos de la hoy desaparecida confitería Prast, proveedora de la Casa Real, en el número ocho de la céntrica calle Arenal. El autor insertó en la historia a quien iba dirigido el cuento, el pequeño Alfonso XIII que aparece bajo el personaje del rey-niño Bubi I, apelativo cariñoso con el que la reina María Cristina de Habsburgo-Lorena se dirigía en la intimidad a su hijo. 


La confitería Prast cerró hace muchos años y en su finca hoy encontramos una decadente galería comercial. Lo que muchos madrileños desconocen es que en su interior sigue viviendo el Ratón Pérez y que su residencia puede ser visitada. Concierto una visita con su secretaria para “La botica cuentera”, él no puede recibirme pero me envía a un hombre de su confianza, Federico Rubio, un creativo con experiencia en el mundo audiovisual que lleva trabajando para el ratón desde que se abrió la casa-museo en 2008. Me recibe amablemente en su despacho-taller, me pone al día sobre la historia de su jefe y me acompaña en un itinerario por la Casa Museo del Ratón Pérez, el mismo que hacen los niños:

-Sala de Audiovisuales. Primer contacto de los niños con el cuento a través de videos de producción propia y fichas ilustradas. 


-Sala Pirámide. En sus vitrinas y paredes encontramos documentación y objetos relacionados con los protagonistas: El niño rey Bubi I, el Ratón Pérez y su familia. Se asemeja a un viejo museo. Destaca un retrato con todos los miembros de la familia Pérez.

-Despacho del Ratón Pérez. Réplica de su despacho a escala humana, se accede desde la sala anterior a través de un pasadizo que atraviesa una enorme caja de galletas que los niños atraviesan a gatas. Sin duda uno de los momentos más impactantes para los peques que tienen la impresión de pasar hacia otra dimensión. 


-Sala Maqueta. Debe su nombre a la maqueta de la casa de los Pérez que se encuentra en el centro de la sala. En una esquina de la misma se encuentra el buzón donde los niños depositan cartas para el ratón. Bajo el buzón, una minúscula puerta entreabierta da acceso al despacho a escala ratonil del Ratón Pérez.

-Tienda de Recuerdos. Final de la visita, donde puedes adquirir artículos relacionados con el personaje. Si no tienes el cuento en tu librería, es una buena ocasión.

Todos los años visitan la casa-museo más de veinticinco mil personas. La edad comprendida para la visita es bastante trasversal, desde los cuatro hasta los noventa años, como ocurre con cualquier leyenda de tradición oral no tiene edad. Federico asegura que es la experiencia es especialmente recomendada y motivadora para niños de cinco años, pero que aún niños mayores, con edades entre ocho y once años, salen del museo encantados y convencidos de la existencia del ratón. Algunos le aseguran finalizada la visita haber visto correr por alguna de las salas una sombra que correspondería al famoso ratón... si visitáis el museo al parecer un punto caliente sería la puerta inferior del buzón donde en más de una ocasión los niños ven asomar el rabo del mismísimo Pérez, así que mientras se produce la visita guiada procura estar atento, puedes ser uno de los afortunados. 


Un chute de imaginación para padres y niños a un paso de la Puerta del Sol. 

Casa Museo del Ratón Pérez
Calle del Arenal, 8
28013 Madrid  

Web: http://www.casamuseoratonperez.es
Facebook: Casita Museo Ratón Pérez 

2 comentarios:

  1. ¡Muy buen artículo! ¡Habrá que visitar ese museo tan especial!
    En relación al texto, citas que la primera referencia es de Benito Pérez Galdós en 1884, sin embargo, existe una mención anterior al Ratón Pérez en Lagrimas (1853) y en La Gaviota (1856), ambas de Cecilia Böhl de Faber (Fernán Caballero). La historia completa de este personaje, la escribió esta misma autora en 1877 en Cuentos, Oraciones, adivinanzas y refranes.
    De hecho, el Padre Coloma era muy amigo de Cecilia Böhl de Faber y fue esta, precisamente, la que le contagió a Coloma la afición por los cuentos populares.

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